top of page

Mot Manawló: La Ciénaga del Espíritu del Pantano


En el extremo oriental del Principado de Úvendor, donde el río Jegú se disuelve en la bruma y la tierra respira humedad, se extiende Mot Manawló, la Ciénaga del Espíritu del Pantano. Este lugar, cubierto eternamente por niebla y musgo, es más que un territorio: es un umbral entre el mundo de los vivos y las fuerzas primarias ancestrales que duermen bajo el fango.


Sus aguas turbias reflejan el cielo gris de Metimosto, y en su interior habitan los Manawly, seres de carne y barro, espíritus antiguos nacidos del fango. Hombres y mujeres salvajes, cubiertos de largos cabellos húmedos que cuelgan como algas, de ojos brillantes y hambre perpetua. Cuentan los viajeros que por las noches emergen de las aguas silenciosas para arrastrar consigo a los que se atreven a cruzar la ciénaga. Su piel huele a hierro y a tierra vieja, y su aliento trae consigo el eco de las primeras edades.


Los Manawly no conocen la muerte verdadera, pero sí el castigo. Porque sobre ellos pesa la maldición del dios de la Tierra, Iezamyscua, señor de la roca, del metal y de las montañas.

Manawly caminando en Mot Manawló
Manawly, criaturas existentes desde el principio de los tiempos, habitan en las profundidades del fango de Mot Manawló.

El mito de Iezamyscua y la caída de los Manawly, cuenta que hace incontables años, en la era del mito, cuando las ciénagas de Úvendor estaban unidas por un mismo cauce, los Manawly cruzaron a través de un paso entre las montañas de Atanasáirenes y devoraron a los pueblos de las aguas del norte, nativos de Mot Luinmenel y Mot Kuluva. En su furia, arrasaron poblaciones y bebieron la sangre de los hijos de la antigua Entrerríos.


Al ver la masacre, Iezamyscua, quien en esa época pasaba una temporada entre los mortales, dolido por la muerte de dos de sus propios hijos, hizo temblar todo el territorio. Derribó las montañas, cerró la brecha entre las ciénagas y sepultó bajo tierra a miles de Manawly. Se alzó un muro de piedra en el paso, y la tierra se levantó como olas petrificadas. Los sobrevivientes huyeron hacia el sur, perseguidos por cinco enormes fragmentos de roca que el dios lanzó al cielo tras ellos.

Mito de Iezamiscua contra los Manawly
El dios Iezamyscua arremetiendo contra los Manawly mientras cierra el paso a las ciénagas.

Desde entonces, aquellas piedras flotan sobre el norte de la ciénaga: son las Tyluvtya, las Islas Flotantes, guardianas eternas y advertencia divina de que ningún espíritu del pantano debe cruzar los límites de Úvendor de nuevo.


Las Tyluvtya son cinco islas colosales suspendidas en el aire, cubiertas de raíces, musgo y árboles milenarios. Los exploradores que han osado acercarse la han usado como refugio para pasar la noche en los húmedos territorios de Mot Manawló.


Se dice que las Tyluvtya son los ojos de Iezamyscua, observando la frontera este del Principado de Úvendor. En su sombra, la ciénaga duerme, húmeda, viva, y los Manawly aún esperan.


En la parte sur de la Ciénaga, en territorio del distrito de Metimosto, hay oculta entre el pantano, una de las torres de la Hermandad del Ilmen.

 El Libro Las Crónicas de Úvendor, el Despertar de Ninha-Thí, ya puede ser adquirido tanto en formato físico, a través de Buscalibre o en formato Kindle, en la página de Amazon

Comentarios


NÚMERO DE VISITAS

©2020 por John Carrillo Díaz. Creada con Wix.com

bottom of page