top of page

Metimosto, la Última Fortaleza del Valle de Jeguá

Ciudad de Metimosto en el Valle de Jeguá
Ciudad de Metimosto en el Valle de Jeguá

En el corazón del Valle de Jeguá se alza Metimosto, conocida por muchos como la Última Fortaleza. Es una ciudad nacida entre la piedra y el comercio, refugio de mineros, mercaderes y sabios de la palabra. Desde tiempos antiguos, sus habitantes han custodiado los secretos de la tierra y el eco de las montañas y ríos productores de oro.

Metimosto es el hogar de los descendientes de los hombres del Valle de Jeguá y de Malduindor, pueblos humanos del sur que sobrevivieron a la oscuridad del sur del continente. Son de estatura mediana, piel clara curtida por el sol, y cabellos oscuros o castaños. En ellos habita la memoria de los antiguos oradores, guerreros y excavadores. Su habilidad para los lenguajes, la diplomacia y la oratoria los distingue entre los pueblos del Principado de Úvendor.

Las manos de los habitantes de Metimosto conocen bien el trabajo con los metales preciosos. Son buenos excavadores y dominan el uso de minerales y metales extraídas del suelo y de los ríos. En el combate prefieren las espadas curvas, los látigos y las ballestas, armas que reflejan tanto precisión como elegancia.


Centro urbano de Metimosto
Centro urbano de Metimosto

Pero Metimosto no es solo una ciudad de trabajadores. Es también el corazón del mestizaje humano de Úvendor. A ella llegaron hace siglos los descendientes de los colonos del mar, quienes se unieron a las tribus nativas del valle y de las muchas otras que llegaban del Sur a través de las ciénagas. De esa unión nacieron los mestizos, hombres y mujeres más altos, de rasgos variados y temperamento fuerte. Ellos heredaron las virtudes de ambos linajes: la resistencia de los nativos y la curiosidad de los navegantes.

Arquitectónicamente, Metimosto está construida sobre grandes estancias sostenidas por columnas, con plazas abiertas donde resuenan las voces de los mercaderes y el golpeteo de los herreros. La ciudad crece en terrazas, adaptada a la pendiente del valle, y desde sus alturas se divisa el río Jegú, que atraviesa el territorio de oeste a este hasta desembocar en las ciénagas de Manawló.

Las ciénagas de Manawló son un lugar enigmático y temido. La niebla se extiende sobre sus aguas oscuras, y las criaturas que allí habitan, mitad humanas mitad fango, son motivo de relatos y advertencias. Pese a ello, los habitantes de Metimosto han aprendido a convivir con la cercanía de ese lugar siniestro, conscientes de que la luz y la oscuridad coexisten en todas las tierras de Úvendor.

Mercado de Metimosto
Mercado de Metimosto, en el Valle de Jeguá

Así, Metimosto se erige como símbolo de resistencia y diversidad, una ciudad que guarda en sus cimientos las huellas del mestizaje y en su gente el eco de los antiguos lenguajes. En sus calles se cruzan los mineros y los poetas, los guerreros y los mercaderes; y en sus murallas aún resuena el juramento de los primeros fundadores: mantener en pie la Última Fortaleza, contra los adoradores de la sangre.


El Libro Las Crónicas de Úvendor, el Despertar de Ninha-Thí, ya puede ser adquirido tanto en formato físico, a través de Buscalibre o en formato Kindle, en la página de Amazon

Comentarios


NÚMERO DE VISITAS

©2020 por John Carrillo Díaz. Creada con Wix.com

bottom of page